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Electronics Arts, ha vuelto a la carga con una de sus franquicias más sonadas: Need for speed. Desde el primer juego de la saga lanzado en 1995 hasta el actual, han visto la luz siete ediciones del mismo, siempre caracterizadas por una calidad técnica y una diversión que le han valido el apoyo incondicional de los amantes de la velocidad dispuestos a disfrutar año tras año de una nueva entrega de la serie.
El primer Need For Speed se caracterizó por ofrecer al jugador una nueva experiencia de conducción, madurada bajo la sombra de auténticas vacas sagradas de la época como el famoso Test Drive de Accolade o el pretendido realismo de Car & Driver; por primera vez, se comenzaron a utilizar texturas foto realistas, captura de movimientos e imágenes de vídeo en un juego de velocidad y todo acompañado de unos efectos de sonido que rompían moldes en la época. A lo largo de su historia, Need for Speed ha tocado todos los palos de la conducción: persecuciones policiales, carreras por puntos, contrarreloj, misiones especiales, apuestas… siempre manejando automóviles de ensueño, auténticas joyas de la mecánica actual, desde Ferraris a Lamborghinis pasando por un monotemático de la legendaria Porsche, todo aderezado por una conducción arcade, que encuentra el punto intermedio entre realismo y diversión, ofreciendo siempre velocidad y espectáculo a partes iguales.
Need For Speed Underground, quizás la entrega de la serie más fuera de sus cánones habituales, está lejos de centrarse en los grandes turismos y súper deportivos a los que nos tienen acostumbrados sus distintas ediciones. EA esta vez ha decidido centrarse en uno de los apartados más de moda actualmente dentro del panorama audiovisual, el tuning. En la estela del éxito de películas como “Too fast too forious” y bajo una ambientación visual y sonora sin precedentes, NFS Underground se presenta al gran público como si de un auténtico estreno cinematográfico de Hollywood se tratara. Eso sí, sin romper con las reglas básicas de sus antecesores: primar la diversión sobre el realismo, ofreciendo una conducción arcade bajo una puesta en escena “realista” de la física y un diseño audiovisual de alta calidad.
¿Pero hasta qué punto se puede llegar a controlar la delgada línea que separa el realismo de la diversión?, ¿estamos ante la mejor entrega de la serie?, ¿es definitivamente una referencia en el género?… Me temo que la respuesta es que se ha tratado de realizar una adaptación del mundo del Tuning desde una perspectiva más cinematográfica que realista, creando un juego con una calidad técnica impecable, pero sin prestar atención a los pequeños detalles que convierten a un buen juego en una referencia en su género. Le falta esa chispa que le habría hecho especial dentro de la serie, aunque se acopla perfectamente en su línea, dando una calidad global al conjunto más que aceptable.
El primer Need For Speed se caracterizó por ofrecer al jugador una nueva experiencia de conducción, madurada bajo la sombra de auténticas vacas sagradas de la época como el famoso Test Drive de Accolade o el pretendido realismo de Car & Driver; por primera vez, se comenzaron a utilizar texturas foto realistas, captura de movimientos e imágenes de vídeo en un juego de velocidad y todo acompañado de unos efectos de sonido que rompían moldes en la época. A lo largo de su historia, Need for Speed ha tocado todos los palos de la conducción: persecuciones policiales, carreras por puntos, contrarreloj, misiones especiales, apuestas… siempre manejando automóviles de ensueño, auténticas joyas de la mecánica actual, desde Ferraris a Lamborghinis pasando por un monotemático de la legendaria Porsche, todo aderezado por una conducción arcade, que encuentra el punto intermedio entre realismo y diversión, ofreciendo siempre velocidad y espectáculo a partes iguales.
Need For Speed Underground, quizás la entrega de la serie más fuera de sus cánones habituales, está lejos de centrarse en los grandes turismos y súper deportivos a los que nos tienen acostumbrados sus distintas ediciones. EA esta vez ha decidido centrarse en uno de los apartados más de moda actualmente dentro del panorama audiovisual, el tuning. En la estela del éxito de películas como “Too fast too forious” y bajo una ambientación visual y sonora sin precedentes, NFS Underground se presenta al gran público como si de un auténtico estreno cinematográfico de Hollywood se tratara. Eso sí, sin romper con las reglas básicas de sus antecesores: primar la diversión sobre el realismo, ofreciendo una conducción arcade bajo una puesta en escena “realista” de la física y un diseño audiovisual de alta calidad.
¿Pero hasta qué punto se puede llegar a controlar la delgada línea que separa el realismo de la diversión?, ¿estamos ante la mejor entrega de la serie?, ¿es definitivamente una referencia en el género?… Me temo que la respuesta es que se ha tratado de realizar una adaptación del mundo del Tuning desde una perspectiva más cinematográfica que realista, creando un juego con una calidad técnica impecable, pero sin prestar atención a los pequeños detalles que convierten a un buen juego en una referencia en su género. Le falta esa chispa que le habría hecho especial dentro de la serie, aunque se acopla perfectamente en su línea, dando una calidad global al conjunto más que aceptable.
Requisitos
Windows 98, 98 Second Edition, ME, 2000 Professional, XP Professional,
or XP Home operating system
Intel Pentium III (or compatible) CPU running at 700Mhz or higher
32MB DirectX 9 compatible video card (Geforce2 or higher) using a
supported chipset (see below)
128MB of RAM (256 MB using Windows 2000 or XP)
DirectX compatible sound card
2 GB of HD space
8X CD-ROM
or XP Home operating system
Intel Pentium III (or compatible) CPU running at 700Mhz or higher
32MB DirectX 9 compatible video card (Geforce2 or higher) using a
supported chipset (see below)
128MB of RAM (256 MB using Windows 2000 or XP)
DirectX compatible sound card
2 GB of HD space
8X CD-ROM
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